Ser mujer y tener que salir de su país, el doble desafío para las futbolistas venezolanas
Ser mujer y tener que salir de su país, el doble desafío para las futbolistas venezolanas
Cada vez que María Claudia Pineda y Yosneidy Zambrano entran a la cancha y tocan el balón con sus pies, recuerdan fugazmente el duro camino que han atravesado para llegar a donde están. Ellas son dos futbolistas profesionales de Venezuela que juegan en el club ecuatoriano Dragonas Independiente del Valle. Tras hacerse un hueco en un mundo dominado por los hombres, se enfrentaron a las condiciones de inseguridad y falta de oportunidades en su país, lo que las obligó a marcharse. En Ecuador no solo han encontrado un club con unas instalaciones deportivas de primer nivel, sino que han forjado una nueva familia junto a sus compañeras de vestuario.
“La gente no suele valorar o no suele darse cuenta de todo lo que conlleva el sacrificio para una mujer desempeñarse en este deporte”, dice María Claudia Pineda, de 26 años. “Yo al venir acá tuve que saltarme tantas cosas, dejar tantas cosas atrás por llegar a donde estoy”.
“Yo al venir acá tuve que dejar tantas cosas atrás por llegar a donde estoy”.
Nacida en Barquisimeto, María Claudia inició su carrera en el fútbol profesional en el Deportivo Lara, el equipo de su estado. Allí firmó su primer contrato en 2014, pero dos años después tuvo que marcharse.
Desde el recrudecimiento de la crisis venezolana en 2016, aproximadamente 5,4 millones de personas han huido del país debido a la situación de violencia generalizada, la inseguridad y las amenazas, así como la falta de alimentos, medicinas y servicios esenciales. La mayoría de los refugiados y migrantes de Venezuela que llegan a países vecinos lo hacen en situaciones de mucha vulnerabilidad, con dificultades de acceder a cosas tan básicas como alimentos, alojamiento y empleo.
“Debido a la situación del país, estaba buscando salir de Venezuela”, comenta María Claudia, añadiendo que consiguió ofertas de equipos femeninos en México y en Ecuador.
Por una situación similar han pasado sus actuales compañeras de equipo en Sangolquí, una ciudad a las afueras de Quito que alberga al club Independiente del Valle. Yosneidy Zambrano despuntó desde muy joven como una de las grandes promesas del fútbol femenino venezolano. Desde los 15 años empezó a jugar en las selecciones juveniles de su país, con las que llegó a ganar un campeonato sudamericano y a disputar dos mundiales. Pero antes de alcanzar estos éxitos, Yosneidy tuvo que lidiar desde que era niña con la discriminación por querer jugar al fútbol siendo mujer.
“Fue algo difícil porque creo que siempre está ese tema machista y ser una niña, ser la única niña dentro de muchos hombres, es incómodo. Muchas veces que jugábamos o entrenábamos, como era niña, decían ‘no le voy a pasar a ella, qué hace jugando acá’, y siempre la discriminación. Pero creo que eso me hizo más fuerte, me hizo seguir, luchar, por conseguir lo que me gustaba”, dice.
Pero Yosneidy, que ahora tiene 23 años, no renunció a su pasión. Ya como jugadora profesional y poco después de participar en el Mundial Sub-20 en 2016, fichó por un equipo francés. Sin embargo, solo pudo jugar durante tres meses en Francia.
“Lamentablemente, no pude volver porque tuve que ir a mi país a renovar mi pasaporte y en ese tiempo ya la situación en Venezuela estaba complicada. Se demoró mucho, perdí mi vuelo y ya no pude volver”, lamenta. La falta de acceso a documentación legal es un problema al que se enfrentan a diario miles de refugiados y migrantes venezolanos.
“Fue algo difícil porque siempre está ese tema machista y ser la única niña dentro de muchos hombres es incómodo”.
Finalmente, Yosneidy llegó a Ecuador, donde lleva cuatro años. “Acá me he sentido muy bien, acogida, tengo amigas que me hacen ser parte de su familia…. Por más lejos que estés de tu casa, ellas hacen que te sientas bien”, revela.
En los últimos años, el fútbol femenino se ha fortalecido en América Latina, donde cada vez más países se suman a su profesionalización. Desde la creación de la Superliga femenina en 2019, Ecuador apostó por seguir la vía marcada por vecinos como Brasil o Colombia. Superando los estereotipos de género que relegaban a las mujeres a un papel secundario en este deporte, Independiente del Valle ha sido uno de los clubes que más ha respaldado a su equipo femenino, tras fusionarse con Dragonas, de la Universidad San Francisco de Quito. ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, ha lanzado una campaña conjunta con el equipo llamada #TuCanchaEsMiCasa, con el objetivo promover la integración de las personas refugiadas en Ecuador.
Para la entrenadora de las Dragonas, Vanessa Arauz, la experiencia del desplazamiento ha ayudado a fortalecer el carácter de sus jugadoras venezolanas.
“Todo eso que ellas han pasado en la vida, acá a ellas las hace mucho más fuertes, valoran mucho más las cosas. Y yo creo que eso también lo transmiten a sus compañeras y es sumamente importante para el equipo”, dice Vanessa.