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Ecuador: "ACNUR afronta desafíos tanto en contextos urbanos como rurales"

Historias

Ecuador: "ACNUR afronta desafíos tanto en contextos urbanos como rurales"

La Representante del ACNUR en Ecuador, Déborah Elizondo, brinda detalles en esta entrevista sobre los desafíos y el trabajo que la Agencia desarrolla en ese país.
26 agosto 2010
La Representante del ACNUR en Ecuador, Déborah Elizondo

QUITO, Ecuador, 26 de agosto (ACNUR) – El mes pasado, el editor del sitio web del ACNUR, Leo Dobbs, viajó a Sudamérica para dar una mirada de primera mano al trabajo que realiza la agencia en torno a los refugiados en Colombia y en el país vecino de Ecuador, que alberga a la mayor población de refugiados en América Latina. Uno de los mayores desafíos que enfrenta el ACNUR y sus socios en Ecuador es el de acceder a decenas de miles de personas que han huido de Colombia y se refugiaron en zonas selváticas remotas, como así también, en los centros urbanos del Ecuador. La Representante del ACNUR en ese país, Deborah Elizondo, quien se incorporó a la agencia hace 26 años y ha trabajado en Asia, Europa y América Latina, dialogó con Leo Dobbs en Quito acerca de la operación.

Extractos de la entrevista:

En Colombia, la principal preocupación del ACNUR es la situación de las personas desplazadas. Aquí en Ecuador, el tema son los refugiados. ¿Qué nos puede decir al respecto?

La mayoría de los refugiados en Ecuador provienen de los departamentos colombianos del Valle del Cauca, Nariño y Putumayo. Tenemos un número estimado de 135.000 personas con necesidad de protección internacional. Es probable que esa cifra aumente debido a que cada año estamos recibiendo un mayor número de solicitudes de asilo. No podemos llegar a ellos porque se esconden [en la selva] a lo largo de la frontera norte o están dispersos en las zonas urbanas. El mayor número de refugiados se encuentra en zonas urbanas – aproximadamente un 60%. Actualmente, hay unos 56.000 refugiados registrados y reconocidos. También, entre 20.000 a 50.000 personas están pendientes de registro, la mayoría de las cuales solicitaron el estatuto de refugiado pero no volvieron más a la oficina pertinente para dar seguimiento.

En la zona norteña, existen todo tipo de grupos irregulares [armados]. Y escuchamos que en los principales centros urbanos, incluyendo Quito y Guayaquil sobre la costa del Pacífico, los miembros de los grupos irregulares armados vienen para perseguir a las personas que han escapado de Colombia. Hemos tenido algunos casos de refugiados que murieron bajo circunstancias misteriosas. La extensión del conflicto hacia la zona de la frontera norte aumenta la cantidad de temas relacionados con la protección.

¿Quiénes son esos refugiados?

En su mayoría son personas que viven en los tres departamentos que mencioné antes, quienes probablemente han sufrido la pérdida de algún miembro de la familia en manos de alguno de los grupos armados o han sido víctimas del conflicto de otras maneras. En la frontera norte, hay principalmente campesinos; personas que están acostumbradas a vivir a lo largo del río. También pudieron haber huido por no tener los medios para subsistir en sus propias zonas debido a la presencia de combatientes. Tal vez se hayan quedado sin animales por la pérdida o la destrucción de las cosechas. Son personas pobres. El 40% de los casos [de colombianos viviendo en Ecuador], permanece en la frontera norte porque todo lo que saben hacer es pescar y vivir de la tierra. Entre las personas a lo largo de la frontera, se encuentran los afro-colombianos, especialmente sobre la costa del Pacífico, en los departamentos de Esmeraldas y Tulcán. También hay indígenas que en algunos casos tienen dos nacionalidades. Los grupos armados irregulares los buscan, para reclutar a sus niños o para llevarlos como guías en la selva.

Aquellos con un poco más de educación, llegan a las grandes ciudades como Guayaquil, donde estamos tratando de establecer una presencia para asistir a la oficina de asilo del gobierno en lo que se refiera al acceso al registro. Estimamos que al menos 15.000 personas de interés del ACNUR viven a lo largo de la costa del Pacífico desde Guayaquil hasta Esmeraldas, donde tenemos una oficina. Cuando el gobierno abra una oficina de asilo, ésta será inundada con solicitudes de asilo debido a que hay muchas personas dispersas en todas esas zonas donde no tenemos presencia.

¿En dónde tenemos presencia?

Nuestra oficina principal se encuentra en Quito. También hay una unidad de terreno que cubre el tema de los refugiados urbanos en Quito, Cuenca, Guayaquil y Santo Domingo de Los Colorados. Tenemos una sub-oficina en Lago Agrio, una oficina de terreno en Ibarra y una presencia en Esmeraldas, Tulcán, Santo Domingo y Cuenca. Nos gustaría tener presencia en Guayaquil y San Lorenzo, si el presupuesto lo permite. Somos 70-80 personas, de los cuales la mitad son Voluntarios de la ONU. Somos la principal agencia humanitaria presente a lo largo de la frontera norte, con lo cual estamos muy expuestos.

¿Cuáles son los desafíos que enfrenta el ACNUR en Ecuador?

Los desafíos de protección son de todo tipo y van de la A a la Z. Aunque en la actualidad la gente tiene acceso a los procedimientos de asilo, esto no fue siempre así porque las personas viviendo en la frontera norte no se podían movilizar. Tenían miedo de que al dejar sus lugares de residencia fueran deportados o abusados si los interceptaba la policía o el ejército. No tenían los medios para venir hasta Quito o ni siquiera a Lago Agrio para presentar su solicitud del estatuto de refugiado o pedir orientación legal. Para ello, tenían que salir de sus aldeas y pagar para el traslado en bote, lo que equivale a un salario mensual. De modo que convencimos al gobierno para que evaluara la posibilidad de ampliar el sistema de registro. Esto significaba enviar brigadas móviles al terreno para registrar a los solicitantes de asilo.

Cuéntenos sobre el programa de registro ampliado.

El registro ampliado fue pensado para registrar a los colombianos que vivían a lo largo de la frontera norte. En la práctica había colombianos viviendo por todo Ecuador, especialmente en Guayaquil. Aquí es donde nos dimos cuenta de que había una gran presencia en Guayaquil – al menos unos 5.000 solicitantes de asilo venían desde Guayaquil hacia el norte para registrarse. Fue un ejercicio muy exitoso. Me impresionó mucho la forma en que estaba estructurado todo con la sociedad civil como observadores, con psicólogos que asistían a personas que habían sido torturadas o perdido algún familiar.

Se les daba un turno en una fecha específica. El mismo día que llegaban a la cita eran registrados, tenían una entrevista de elegibilidad, asesoramiento sobre necesidades especiales, y luego recibían la decisión de la comisión de elegibilidad y la documentación – todo en el mismo día. Aquellos reconocidos como refugiados recibían documentación que incluía una visa de refugiado. Esto se realizó entre marzo del año pasado a marzo de este año. Algunos querían extenderlo, otros querían que esto continuara de manera permanente, pero preferimos no hacerlo porque era muy costoso, aunque un ejercicio muy útil. En un año, los equipos de gobierno reconocieron a unas 27.740 personas como refugiados.

El programa le dio a estas personas que habían estado escondidas en zonas remotas, la posibilidad de ser finalmente reconocidas. . . Fue algo fantástico porque finalmente se les garantizó la protección que se les había negado por muchos años. Pero, al reconocer a tantos refugiados, abrimos una caja de Pandora, porque el reconocimiento no significa el final del proceso. El estado tienen la responsabilidad de responder por estos refugiados, de alguna manera, apoyando las políticas de integración, asegurando el pleno ejercicio de los derechos, evitando la discriminación y asegurando todo tipo de actividades de protección. Y ACNUR necesita apoyar y complementar los esfuerzos del gobierno de Ecuador.

Esto nos lleva a las soluciones, entre ellas la integración y el reasentamiento . . .

De los casi 52.000 refugiados reconocidos a la fecha, hay un 40% que reside en áreas urbanas – eso presupone que la solución duradera pase por la integración local. No todos ellos serán reasentados a terceros países. Tenemos una unidad de reasentamiento aquí, pero no es muy fácil identificar quién califica para el reasentamiento, y para ello contamos con la ayuda de una ONG que tiene acceso a estas personas en el terreno.

El principal desafío es la integración local como solución duradera. Es responsabilidad del gobierno, pero ACNUR no va a abandonar al gobierno después de que reconociera a tantos miles de personas. Es tanto un reto de la protección como financiero. Pero también requiere de un compromiso político.

¿De qué otros asuntos de protección se ocupa el ACNUR?

Un gran tema es el efectivo acceso a los derechos. Por ejemplo, tienes una credencial de refugiado pero los bancos no la aceptan a la hora de abrir una cuenta. O cuando quieres contraer matrimonio, pueden alegar que esa credencial no es válida en Ecuador. Hemos estado trabajando arduamente con el gobierno para que el Registro Civil y los sistemas bancarios entiendan que sí es válido, que se trata de un documento de identidad que se les da a los refugiados. Estamos viendo la posibilidad de otorgarles credenciales como las que reciben los extranjeros para evitar este tipo de problemas.

El otro gran problema es la explotación y la discriminación. Cuando Ecuador hizo una enmienda a la Constitución en 2008, la hicieron muy liberal y progresista. Una de las nuevas provisiones clave permite a los nacionales de cualquier país en el mundo permanecer en Ecuador por un período de tres meses sin visa. Desde entonces, cada vez más solicitantes de asilo de todas las nacionalidades, han estado llegando al país. Desafortunadamente, la maquinaria de la oficina de asilo es muy lenta y no tiene la capacidad para prevenir abusos del sistema de asilo. Los solicitantes de asilo llegan aquí desde otros continentes y el Caribe, solicitan la condición de refugiado y luego desaparecen [tratando de llegar a Norteamérica en lo que se conoce como flujos migratorios mixtos].

No significa que ninguno de ellos sea refugiado; algunos de ellos son refugiados y tienen necesidades de protección. Pero esta mezcla existe y genera un resentimiento en la población local. Ecuador solía ser un país muy seguro, pero se han intensificado los delitos en las ciudades y las personas por lo general culpan a los colombianos o a los cubanos. . . Ahora tenemos que luchar contra la creciente xenofobia y la discriminación, aún hasta en las escuelas.

¿Cómo es nuestra relación laboral con el gobierno?

En materia legal, contamos con el gran apoyo del Defensor del Pueblo, que existe a nivel nacional y provincial. A nivel central, tenemos pleno apoyo. La gente en los ministerios está muy orientada a los derechos humanos. Pero esto no se traduce necesariamente como una protección efectiva a nivel provincial.

Por su parte, la iglesia es un importante socio del ACNUR, en especial para el monitoreo en la frontera o para brindar asistencia a las personas. Lo que estamos tratando de hacer es reforzar una red de protección en las fronteras y en las ciudades a través de alianzas estratégicas con la sociedad civil y el Estado. Necesitamos ayuda, necesitamos socios y necesitamos comprometer más al sistema de las Naciones Unidas en Ecuador.