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Lo mejor de Río 2016: Los mejores momentos para el Equipo de Refugiados

Historias

Lo mejor de Río 2016: Los mejores momentos para el Equipo de Refugiados

Ahora de vuelta en Kenia, los corredores de Sudán del Sur que pertenecieron al Equipo Olímpico de Atletas Refugiados comparten sus recuerdos de reuniones, multitudes rugientes y un primer vistazo del océano de Río de Janeiro.
30 agosto 2016
Los atletas Paulo Amotun Lokoro y Rose Nathike Lokonyen disfrutan en la playa en Rio de Janeiro, Brasil. Fue la primera vez que vieron el océano.

Era temprano por la mañana. Cuando se despertó en su habitación en la Villa Olímpica de Río de Janeiro, el corredor de Sudán del Sur, Yiech Pur Biel contestó una llamada de un número que no reconoció, y salió una voz de la línea que no había escuchado por doce años.


"Era mi mamá", dijo Biel, que fue separado de sus padres cuando huyó de la guerra en 2005 y creció solo como refugiado en Kenia. "No sabía si estaba viva o muerta. Ella no sabía si yo estaba vivo o muerto, de hecho, ella pensó que yo ya había muerto. Fue algo realmente asombroso, aun hoy no lo puedo creer".

Alguien que vivía cerca de su ciudad natal Nasir en Sudán del Sur vio una publicación de Facebook sobre Yiech compitiendo con el Equipo Olímpico de Atletas Refugiados en los Juegos Olímpicos en Río 2016. Esa persona conocía a su madre, Nyagony Tut, una granjera, y la llevó a una agencia de ayuda, donde pudo hacer la llamada.

"Era mi mamá. No sabía se estaba viva o muerta"

En una alegre conversación de una hora, todas las incertidumbres con las que creció como adolecente y adulto joven sobre si su familia había sobrevivido, desaparecieron.

"Ella no sabe lo que son las Olimpiadas, pero entendió que yo había ido a un lugar muy lejos, y que volvería, que estoy bien. Todo esto me hace creer que todo es posible, mientras que trabajas duro y hagas el bien".

Biel, un especialista en los 800 metros, es uno de los cinco sur sudaneses que hicieron historia compitiendo en el Equipo Olímpico de Atletas Refugiados en Río 2016, para quienes la experiencia demostró transformarles la vida, a menudo de formas inesperadas.

Ahora, de vuelta al campamento de entrenamiento en las alturas al norte de la capital Keniana, Nairobi, los corredores han cambiado las camas inteligentes con vista a las playas de Atlántico por dormitorios sencillos de bloques gris. El desayuno de nuevo es leche al pie de la vaca, en lugar de un lujoso buffet.

Cada uno de ellos está muy orgulloso de haber formado parte del escenario mundial más grande para representar a los 21,3 millones de refugiados, que están entre los 65,3 millones de personas desplazadas a la fuerza de sus hogares.

"Cuando me paré en la línea inicial. Sentí los ojos de los refugiados del mundo sobre mí. Quería mostrarles que no tienes que avergonzarte de llamarte refugiado, que podemos ser algo además de personas que huyen de la guerra. Solo depende de nosotros trabajar para cambiar eso".

"Cuando me paré en la línea inicial. Sentí los ojos de los refugiados del mundo sobre mí"

Anjelina Nadai Lohalith, quien corrió los 1.500 metros, concuerda. Ella dice que su tiempo en Río rodeada de personas que dedicaron sus vidas a alcanzar meta ha reforzado su creencia en la importancia de tener ambición, y mantenerse enfocada para alcanzarlas.

"Como refugiado, no puedes decir que solo eres desplazado de tu país así que no puedes hacer nada, y que dependes solo de lo que otros te den", dijo Lohalith, que huyó de su hogar cuando tenía seis años, y creció sin sus padres en el campamento de refugiados en Kakuma, en una zona semi desértica al norte de Kenia.

"Al menos piensa en algo que puedas hacer extra por ti. Cuando crees en ti mismo, eso es lo que te hace poderoso", añadió.

Cada uno de los corredores tiene diferentes momentos culminantes de los Juegos. Para Biel, fue la llamada de su madre, seguido por el logro de mejorar su marca personal durante el heat, y llegar antes que otros corredores. Para Lohalith, fue conocer y competir contra los mejores atletas del mundo.

Ambos también dijeron que disfrutaron ser turistas en Río después de que terminaran los eventos.

"Había muchas cosas que me sorprendieron: Los edificios eran muy altos, al principio me asustaba acercarme a la ventana de mi habitación y mirar hacia abajo", dijo Lohalith riendo.

"La comida era muy interesante. En el comedor de la Villa Olímpica estaban todos los atletas de todo el mundo, y algunas de las cosas que las personas comían, no podría ni siquiera decir si era comida de verdad".

"Los edificios eran muy altos, al principio me asustaba acercarme a la ventana de mi habitación y mirar hacia abajo"

"Me pareció asombroso la forma en la que cortan los caminos en medio de las montañas. Tuve que hacer un video de los túneles para mostrarle a las personas, o ellos no me creerían".

Rose Nathike Lokoyen, que lideró al Equipo de Refugiados al Estadio Olímpico durante la Ceremonia de Apertura estaba encantada de ver el océano por primera vez en su vida. James Nyang Chiengjiek, el mayor de los miembros del equipo, con 28 años, y Paulo Amotun Lokoro, quien corrió los 1.500 metros, dijeron que el punto más alto fue el apoyo rugiente de la multitud durante las carreras.

Cada uno de los corredores planea continuar entrenando, con el apoyo de la Fundación de Paz Tegla Loroupe y el ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados.

"Ya sabes que es solo un inicio para nosotros", dijo Biel. "Le digo a mis compañeros refugiados, de hecho le digo a cualquiera: alcanzar grandes cosas toma tiempo. Habrá muchos cambios. La clave es, nunca perder la esperanza".