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Luchando por superar los conflictos interétnicos en el oeste de Myanmar

Historias

Luchando por superar los conflictos interétnicos en el oeste de Myanmar

Seis meses después de que estallara la primera ola de violencia en el estado de Rakhine, las personas desplazadas todavía están en shock por cómo se rompieron décadas de coexistencia.
5 December 2012
Funcionario de ACNUR habla con los desplazados de sus las necesidades cotidianas en el campamento provisional de Koe Tan Kauk en el norte del estado de Rakhine, Myanmar.

MAUNGDAW, Myanmar, 3 de diciembre (ACNUR) – Durante generaciones, han vivido unos al lado de otros como amigos y vecinos a pesar de sus diferencias étnicas y religiosas.

"Comíamos del mismo plato, bebíamos del mismo estanque y visitábamos unos las casas de otros", dice Noor Mohammed, de 60 años, que hasta hace poco estaba viviendo en la aldea de Zay Kone Tan en el estado de Rakhine al oeste de Myanmar. Su aldea era la única musulmana en una comunidad de 23 aldeas.

Al norte, en la localidad de Maungdaw, Pwint Khine, de 38 años, daba clase a niños musulmanes en una guardería cerca de su aldea rakhinesa. "Siempre les traté con cariño, como a hermanos y hermanas, como a mis propios hijos", recuerda.

Todo cambió en junio, cuando estalló la violencia interétnica en Maungdaw y se extendió hasta la capital del estado, Sittwe. Más de 100 personas, incluido el marido de Pwint Khine, fueron asesinadas y miles de casas fueron quemadas. Unas 75.000 personas continúan desplazadas de esa primera ola de disturbios.

A finales de octubre, la continuación de la violencia en ocho localidades ocasionó el desplazamiento de otras 37.000 personas más aproximadamente, haciendo que el número total de desplazados en el estado de Rakhine aumentase a unos 115.000.

La comunidad humanitaria internacional está apoyando al Gobierno de Myanmar en su respuesta de emergencia. Bajo el plan interinstitucional, ACNUR está tomando la iniciativa en cuestiones de protección, alojamiento y productos no alimentarios así como en coordinación y gestión de campamentos en Rakhine.

Junto con las autoridades locales, la agencia de las Naciones Unidas para los refugiados está construyendo alojamientos provisionales comunales para más de 11.000 desplazados de ambas comunidades alrededor de Sittwe, así como 222 casas para los retornados rakhineses que han vuelto a Maungdaw. ACNUR está enviando por todo el estado casi 5.000 tiendas y ha distribuido artículos de socorro como lonas de plástico, mantas, utensilios de cocina y artículos sanitarios a decenas de miles de personas que viven en campamentos provisionales.

Noor Mohammed es uno de estos beneficiarios. Su mujer, 7 hijos y 12 nietos se encuentran ahora entre las 235 personas que se cobijan en un conjunto de chozas de paja y lonas de plástico de ACNUR en el campamento de Koe Tan Kauk, a unas dos horas en coche de Maungdaw. El personal de ACNUR los visita regularmente para determinar sus necesidades y escuchar cualquier preocupación que puedan tener

"Este grupo de el momento no tiene letrinas ni una fuente segura de agua limpia cerca. Tienen que andar una hora para llegar a un arroyo que está seco", dice Nadir Minbashiyev, jefe de la oficina de ACNUR en Maungdaw.

Y añade: "En el norte del estado de Rakhine, la mayoría de los desplazados eran rakhineses y ACNUR ha estado ayudando a algunos de ellos a reconstruir sus casas. Al mismo tiempo, estamos abogando ante las autoridades para que reconozcan y ayuden a los musulmanes desplazados en el área, la mayoría de los cuales viven con familias de acogida".

Por otra parte, la gran mayoría de desplazados en el área de Sittwe son musulmanes y ACNUR trabaja para asegurar que ambas comunidades reciben ayuda adaptada a sus necesidades.

Hoy en día, Pwint Khine y su hija viven en un campamento de alojamientos comunales construido por ACNUR en Sittwe. "No voy a volver a Maungdaw. He perdido a mi marido, no hay colegio para mis hijos y no me siento segura para regresar", dice. "Me voy a establecer en Sittwe. Ya he trasladado mi certificado de domicilio y estoy esperando a que me trasladen a un colegio aquí".

Noor Mohammed está menos seguro de sus planes. "Si tenemos tierra, podemos cultivar. Si tenemos dinero, podemos comerciar con los otros," dice, y añade que lo perdió todo en los disturbios. "No sabemos cómo sobreviviremos en el futuro. Estamos dispuestos a ir a casa si el gobierno nos reconoce y nos compensa por lo que hemos perdido".

Tanto el padre de familia como la viuda dicen que aún están conmocionados sobre lo que pasó en junio, debido a la tradicional convivencia pacífica entre sus comunidades. Mientras luchan para cubrir las necesidades de hoy y planificar para mañana, saben que aún tienen por delante un desafío mayor: encontrar una forma de vivir juntos otra vez.

Por Vivian Tan en Maungdaw y Sittwe, Myanmar

Gracias a la voluntaria de UNV Online Cristina Rodríguez Doblado por el apoyo ofrecido con la traducción del inglés de este texto.